Ahora que crecimos
perdimos las alas para
volver al país de nunca jamas,
el tiempo, nuestro verdugo tímido
que ajeno a nuestras quejas,
aun de seres infantiles,
nos desveló de la niñez
para arrojarnos a una celda.
Perdiendo la imaginación,
los deseos, haciendo un destino
común e instintivamente dirigido,
somos marionetas de la no ficción.
Dormidos, los dragones ocupan
cada uno de nuestros rincones
favoritos, donde palos y voces
eran síntomas de una aventura.
¿Qué nos pasó? ¿Acaso
sacrificamos la ficción
por un amor sin corazón,
por un escenario? Falso.
Y crecimos, crecimos y crecimos
descubriendo otro mundo
con su lema mudo:
"vence o se vencido"
Y nuestro mundo de dragones
fallece delante de nuestros
ojo, ¡no fue nuestro deseo!
pero, atrás, dejamos nuestros cofres.
Riéndose el tiempo nos acompaña
cada vez que miramos
atrás; pero no olvidamos
nuestra infancia escapada.
Silvia me recordó
que fuimos niños
ajenos al ritmo
del tiempo ladrón.
Dedicado a todos los que no olvidan que,
en el fondo, seguimos siendo niños
encerrados en cuerpos de adultos
faltos de imaginación.
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