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martes, 15 de octubre de 2013

El infierno de los amantes.



Suicido palabras mártires, que se estrellan
en este papel, con el dolor de un humano
que, ajeno al destino del pasado,
augura el silenció de una princesa.


Susurran los versos mil perdones en otros tiempos,
cuando solo el alba despertaba mi interés
en este mundo que yace del revés
cuando aun existían los "tequieros".


Malgastadas las sílabas tratando de explicar
el capricho de un sino lastimero, ausente,
terco y, un tanto molesto por el leve
mover de mis ojos, que ya no brillan.


Precipitadas las alegrías un día guarde
en el fondo de mi testamento, acusando
el tiempo en mi cuerpo, celebro, cansado
no haber sito más tonto. Reconoceré


ser el demonio si tu eres el cielo piadoso,
mas la noche no os da la razón, princesa,
que si no amanece en vuestros ojos, estrellas
quedaran presas de aquellos mandamientos indecorosos.


Sean mis enclenques sentimientos los que me levan
lejos, lejos y aún más lejos de las veladas
con una musa, escusa para tratar
 al tiempo como cómplice de este


mi infierno de los que mueren
por amor, y viven con dolor
bajo el cielo coloreado con plomo
de los, ya muertos, amantes.