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domingo, 18 de noviembre de 2012

Y yo.




Desperté a la noche con un sordo
grito del alma, aprese este cuaderno
como único remedio
ante vuestros rostros,

ajenos al paso del tiempo,
libres de resentimientos, hambre
de calor, de más sangre,
del néctar de mi cuerpo.

Habitantes del no olvido
carroñeras de sueños felices,
aduladoras de cicatrices
y yo, el lienzo finito.

Causantes y cómplices de  este,
mi mundo irreal de letras
trono de vosotras, princesas,
y yo, vuestro muñeco inerte 

Cómplices de seguir con cuentos
de un mundo para locos
libre de gozos 
pero no de miedos.

-¿Qué escondéis tras vosotras
está noche? + Unos ojos verdes,
unas palabras fugitivas e inertes
apresadas bajo una dulce boca.

-¿ Traéis a alguien nueva
para que se una a vuestro séquito
o a mi delirio escéptico,
queridos fantasmas de mi cabeza?


Y yo, alternativa al conocimiento,
posada de sueños, siervo
de una palabra, ciervo
en la carecía del tiempo.

Elixir de males, piedra
por tus manos tallada,
esperanza en un drama,
olvidos y cicatrices a tientas.

Miradas en la luna ,
nube en mi invierno,
¿esclavo o siervo?
ante la tinta, bajo la penumbra.

Desenvainaz vuestras sonrisas,
refugiadas de la mañana
se acerca, tal vez, el alba
ajena a vuestra no prisa.

No te creo, mientes,
dice, mientras, golpea
mi cuerpo de cera
con sus labios y sus dientes.

Malgastais saliva
tratando de repeler
mis versos, aprehended
de lo vivido, olvidad mis poesías.

Se acaba vuestro tiempo,
apremia el día,
se asustan mis ninfas,
esperad al próximo invierno

de mi vista donde
abandone un mundo 
de locos, para volver mudo
sin saber lo que dibujareis

en mi cuerpo tras la caída de mis ojos,
esperando vuestras caricias,
con uñas de arpia,
con vosotras, y yo, loco.