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viernes, 11 de octubre de 2013

Nubes



Lectores, lectoras, ninfas y fantasmas
que pobláis mi cabeza,
hacéis de esta, mi manera
de contaros mis raras


sensaciones que se aglutinan
cercando mi corazón en el puño
de una mano. No sufro
cada caída al fango, ni gritan


mis sueños cada vez que te
encuentro entre mis versos,
merodeando entre gruñidos quedos,
buscando un final que


solos nos concierna a nosotros.
El resto, bah, el resto, que te lean
mientras yo caigo presa
de un júbilo de sufrimiento sordo.


Acusado de todos, poseedor
del terceto que no describió 
tu cuerpo, pero sí te perfiló,
tu, poesía y dolor.


Prudente, escondí detrás
de cada palabra la mueca,
con la esperanza de ser la rueca
que un día te vea en sus aposentos, demás


cuentos los mios, latidos,
si, pero asíncronos, alocados,
sin un criterio claro
tras la caída de los vivos


muros de mi vida
tras una extraña
y ausente maraña
de sensaciones, llamemoslo felicidad.


Y corrí detrás de ella
por el bosque de las conjeturas,
carente de ninguna salvaguarda
por si caía preso de su belleza.


Y, ahora que no encuentro el norte
por buscarlo lejos del suelo,
siempre mirando al cielo,
creo ver, en las nubes, cierto consuelo;


compañeras de los caprichos de una fémina,
mudos, llorones e incluso
fieles sirvientes del tugurio
que llaman mundo, sea mi vida  


unos versos perdidos que persiguen
la felicidad, mas solo el espejismo
logran confundir con el mecanismo
de vuestras sonrisas, queridos lectores: 

Vivo en vuestras cabezas.