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lunes, 27 de mayo de 2013

Rosas de un invierno.



Hacía mucho tiempo que no pensaba 
en nuestro París, en tu odio 
hacia los estereotipos, esos tópicos
crucificados tras tus palabras.


Sigo preguntándome qué fue 
de aquella sonrisa encallada 
en una realidad no apta
para lunáticos capaces de querer.

¿Huyen los pétalos de las rosas
que regalé en invierno,
al derretirse detrás de tus besos,
sembrando de paginas tus losas?

¿Escupe mi cuaderno ausente 
los versos no dichos
cuando solo el olvido
fue cómplice de este mequetrefe?



¿Qué destino tomaron las manos
versadas en el sacrificio de sueños
 en pos de unos señuelos
para este poeta del tres al cuarto?



¿Donde se esconde el niño que vi reflejado
en tus ojos, ajenos a cualquier impedimento,
ese chaval extraño capaz de ser siervo
de tus locuras de amor caduco?


La última vez que le vi su corazón 
eran trozos de vidrio opaco,
ahogado por un cuento falso.
El poeta de los malditos, fue llamado.

sábado, 11 de mayo de 2013

Diario de un niño que envejece


Nueve y cuarenta y ocho
de una extraña mañana,
he despertado con lágrimas saladas
un recuerdo, como


quien despierta al niño
que hay en la cuna
cuando hasta la luna
vigila su nido.


Es el primer recuerdo
de una infancia difuminada
por las paredes de mi mente cansada
donde solo hay una sonrisa blanca.


Es la inocencia perdida tras años,
la estancia olvidada donde todos los juguetes,
después de diez años, mueren,
melancólicos de aquel pasado.


Decidme, ¿acaso sois mejores
por haber madurado,
ahora que añoramos 
no tener que ser mayores?



Cada vez que el minutero avanza
envejecemos, a costa de saber
cuando hacemos daño, ver
más allá de la carcasa humana.