Hacía mucho tiempo que no pensaba
en nuestro París, en tu odio
hacia los estereotipos, esos tópicos
crucificados tras tus palabras.
Sigo preguntándome qué fue
de aquella sonrisa encallada
en una realidad no apta
para lunáticos capaces de querer.
¿Huyen los pétalos de las rosas
que regalé en invierno,
al derretirse detrás de tus besos,
sembrando de paginas tus losas?
¿Escupe mi cuaderno ausente
los versos no dichos
cuando solo el olvido
fue cómplice de este mequetrefe?
¿Qué destino tomaron las manos
versadas en el sacrificio de sueños
en pos de unos señuelos
para este poeta del tres al cuarto?
¿Donde se esconde el niño que vi reflejado
en tus ojos, ajenos a cualquier impedimento,
ese chaval extraño capaz de ser siervo
de tus locuras de amor caduco?
La última vez que le vi su corazón
eran trozos de vidrio opaco,
ahogado por un cuento falso.
El poeta de los malditos, fue llamado.